► Rango Academico.
► 14:22 hrs.
► Ocio – Tiempo Actual.
Mayor frio que de costumbre podía sentirse en el aire, la niebla en el día de hoy estaba cubriendo bastante bien la aldea que no se podía ver más allá de 5 metros para la gente normal y cualquiera que quisiera planear una broma, una jugarreta o un ambiente de película de terror, este era un buen día para eso. Pero por supuesto que una densa niebla no era algo nuevo para los habitantes de la aldea quienes se podrían mover en sus calles hasta con los ojos cerrados, era solo un día más en un clima que protegía a sus habitantes de manera certera y el peli verde de ojos dorados no era una excepción, disfrutando de este tipo de ambiente de su querida tierra. –¡Okasa! ¡Salgo a entregar el pedido!- El cierre de la puerta de un humilde establecimiento de forjado, el hogar de Hazama, del clan tetsuya, un chico que aun con su edad y altura se encontraba en la academia ninja de su aldea, a quien por suerte le permitieron una entrada debido a sus habilidades pero requería pulirse mucho para ser el tipo de persona que quería ser y mientras tanto solo el trabajo de la familia era lo que podía realizar mientras estudiaba entrenaba.
Con un keikogi blanco decorada de olas azules, un pantalón del mismo estilo y getas de entrenamiento, parecía ser más el hijo de un pescador que un Forjador o si quiera un shinobi pero ese rostro que solo podía mostrar una sonrisa permanente al punto de llegar a ser siniestra, era lo que más sobresaldría del muchacho, junto a sus ojos entrecerrados que no permitía ver siempre el color de ellos.
El labor del dia era sencillo y tenía que salir en la entrega de sartenes de cocina hacia un local en el borde de la aldea muy cerca de la muralla, en su espalda tenia la sabana que colgaba con todos esos instrumentos, no todo era armas y armaduras, todo trabajo para un forjador era bueno pues tenían que mantenerse de algún modo pero sin duda al chico le hubiese encantado más fuesen armas ninjas porque solo así podría mirar una y otra vez su elaboración. Pasos tranquilos por la calle que se cubierta de neblina, mucha gente tenía prendida lámparas afuera de sus hogares y sobre todo los locales para guiar a los vecinos hacia sus hogares, un poco de ayuda en lo que Hazama llegaría pronto al puente que daba cruza a otra sección de la aldea.
► 14:22 hrs.
► Ocio – Tiempo Actual.
Mayor frio que de costumbre podía sentirse en el aire, la niebla en el día de hoy estaba cubriendo bastante bien la aldea que no se podía ver más allá de 5 metros para la gente normal y cualquiera que quisiera planear una broma, una jugarreta o un ambiente de película de terror, este era un buen día para eso. Pero por supuesto que una densa niebla no era algo nuevo para los habitantes de la aldea quienes se podrían mover en sus calles hasta con los ojos cerrados, era solo un día más en un clima que protegía a sus habitantes de manera certera y el peli verde de ojos dorados no era una excepción, disfrutando de este tipo de ambiente de su querida tierra. –¡Okasa! ¡Salgo a entregar el pedido!- El cierre de la puerta de un humilde establecimiento de forjado, el hogar de Hazama, del clan tetsuya, un chico que aun con su edad y altura se encontraba en la academia ninja de su aldea, a quien por suerte le permitieron una entrada debido a sus habilidades pero requería pulirse mucho para ser el tipo de persona que quería ser y mientras tanto solo el trabajo de la familia era lo que podía realizar mientras estudiaba entrenaba.
Con un keikogi blanco decorada de olas azules, un pantalón del mismo estilo y getas de entrenamiento, parecía ser más el hijo de un pescador que un Forjador o si quiera un shinobi pero ese rostro que solo podía mostrar una sonrisa permanente al punto de llegar a ser siniestra, era lo que más sobresaldría del muchacho, junto a sus ojos entrecerrados que no permitía ver siempre el color de ellos.
El labor del dia era sencillo y tenía que salir en la entrega de sartenes de cocina hacia un local en el borde de la aldea muy cerca de la muralla, en su espalda tenia la sabana que colgaba con todos esos instrumentos, no todo era armas y armaduras, todo trabajo para un forjador era bueno pues tenían que mantenerse de algún modo pero sin duda al chico le hubiese encantado más fuesen armas ninjas porque solo así podría mirar una y otra vez su elaboración. Pasos tranquilos por la calle que se cubierta de neblina, mucha gente tenía prendida lámparas afuera de sus hogares y sobre todo los locales para guiar a los vecinos hacia sus hogares, un poco de ayuda en lo que Hazama llegaría pronto al puente que daba cruza a otra sección de la aldea.